Las revoluciones han cambiado al mundo. Hoy hablamos de una cuarta revolución industrial y seguimos asombrados de todo lo que podemos lograr. La forma en que vivimos sigue cambiando y, sin dudas, los elementos clave de este nuevo cambio son la automatización y la conectividad. Vivimos más cómodamente, hacemos más en menos tiempo, de eso se trata esta nueva revolución, pero ¿qué es la industria 4.0 y cuáles son sus beneficios?
En palabras sencillas, la industria 4.0 es el resultado de la búsqueda de la independencia de los procesos industriales de la mano del humano, con el fin de la automatización y de la interconexión de máquinas a través de protocolos de comunicación inteligentes.
En el momento en que dejamos de necesitar la interacción máquina-humano comenzamos a evidenciar esta revolución, aunque en ese momento el procedimiento fuese más rudimentario que ahora.
Si en tu rutina diaria puedes programar una máquina a través de otra, para que haga un proceso sin tener que estar en constante supervisión, o puedes interactuar con la máquina sin tener que programarla, entonces estás experimentando los beneficios de la industria 4.0.
Ahora, si queremos darle un significado como empresa, se trata de digitalizar el proceso y los servicios que se prestan para que sean más eficientes. Un ejemplo sencillo puede ser un e-commerce o quizá un chat que se encarga de atender las solicitudes de los clientes. Esta transformación digital es posible gracias al desarrollo de programas de comunicación, gestión y control y de equipos o maquinarias más inteligentes que puedan seguir instrucciones más complejas.
El objetivo principal es implementar el concepto de industria conectada y para lograrlo, se desarrollan ciertos mecanismos.
Cuando hablamos de mecanismos, nos referimos a un conglomerado de partes que permiten la automatización y no a un elemento en específico. La automatización no sería posible si no existieran los sensores, o si no hubiese un método de comunicación efectivo o si no existiera una estrategia clara para que las máquinas aprendan lo que deben hacer. Es por esto que, todas las disciplinas involucradas juegan un rol fundamental.
La robótica, el Internet de las Cosas, el Big Data y el Machine Learning son solo algunas de las tecnologías asociadas a la industria 4.0 que hacen realidad las fábricas inteligentes.
A grandes rasgos, la industria 4.0 tiene como objetivo un ciclo productivo continuo, también conocido como PDP, en el cual la información del mundo físico es capturada en un registro digital para ser compartida, interpretada y analizada por distintos mecanismos como la inteligencia artificial, obteniendo información relevante. La información que resulta del análisis es traducida a un formato que se pueda entender en el mundo físico, provocando acciones o respuestas.
De hecho, estos sistemas en donde se miden variables y se toman decisiones, ya existían en proceso industriales, solo que su uso se ha extendido. Por ejemplo, el manejo de un almacén puede prescindir de la mano del humano, si existe un sistema que entienda cómo se organiza este espacio y que, dependiendo de la información de la capacidad y de la producción, pueda decidir qué hacer con el producto, respetando su categorización.
Más allá de hablar de la importancia de la evolución de la industria, es necesario entender los beneficios que supone estar al día con este nuevo método de fabricación. El cambio es inevitable y, más que una obligación, adaptar los proceso a la industria 4.0 permite que las empresas sean más eficientes y que exista un mejor consumo de recursos.
La no adaptación a la nueva industria conectada pone en peligro a los negocios, pues los hábitos del consumidor van a cambiar a lo que mejor satisfaga su necesidad y a lo que le brinde más confort. Mantener a una empresa en el pasado es privar al cliente de mejores experiencias de consumo y eso jugará en contra de esta.
Asimismo, la industria 4.0 será proveedora de nuevas oportunidades de negocios que deberán ser desarrolladas para garantizar, entre otras cosas, empleos para los humanos. Si los procesos más tradicionales serán gestionados por máquinas, otras oportunidades y líneas de carreras deberán surgir, ya no solo para que el humano trabaje, sino para que la misma industria 4.0 refine lo que ofrece.
La industria 4.0 es una realidad y en cada aspecto de nuestras vidas tiene un impacto distinto.
Mayor producción, a menor coste. Un sistema automatizado y bien coordinado podrá ser una buena opción para tener mejores ingresos. Las empresas podrán expandir su campo de influencia, sobre todo, aquellas que trabajan directamente en sectores propios de las nuevas tecnologías como la robótica, inteligencia artificial, Internet de las cosas, entre otros.
Sin dudas, el consumidor podrá hacer más en menos tiempo y la calidad de vida se verá afectada positivamente. Ahora bien, el cambio de hábitos puede llegar a ser perjudicial para la salud si dejamos que las máquinas hagan todo por nosotros.
Con las mejoras y automatizaciones, llega la promesa de procesos más eficientes y mejor diseñados en cuanto a su impacto en el ambiente. El medio ambiente puede tener un impacto positivo si se diseña la conectividad teniendo en cuenta el óptimo uso de los recursos y la manufactura de equipos de bajo consumo energético que emitan pocos contaminantes al ambiente.